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lunes, 16 de mayo de 2011

Nuevo Secretario General de la Liga Árabe

El ministro de Asuntos Exteriores egipcio conversa con su homólogo de Qatar
Las revoluciones que enterraron los regímenes de Túnez y Egipto se dejaron sentir este domingo en la Liga Árabe, conocida hasta ahora por ser un exclusivo club de dictadores. Sus países miembro eligieron por unanimidad al actual ministro de Exteriores egipcio Nabil Al Arabi, de 76 años, como nuevo secretario general de la organización panárabe.
Una ovación precedió al nombramiento del sucesor de Amro Musa, quien después de una década al frente de la Liga Árabe abandona este domingo el puesto para iniciar su carrera como candidato en las elecciones presidenciales egipcias, previstas para finales de este año.
Con anterioridad, Musa había rechazado mantenerse en el cargo unos meses más, como le sugería Arabia Saudí en una suerte de tiempo de gracia a la espera de que las revueltas se calmaran, la tempestad amainara y el clima fuera más propicio para la votación.
Antes de iniciarse la reunión extraordinaria de ministros árabes, celebrada en El Cairo, la delegación egipcia decidió sustituir su candidato inicial, el diplomático retirado y ex parlamentario Mustafa El Fiqi -criticado por su pertenencia al derrocado régimen de Mubarak- por Nabil Al Arabi, quien asumió la cartera de Exteriores hace dos meses, tras la caída de la dictadura y en relevo del impopular Ahmed Aboul Gheit.
El cambio de última hora llevó a Qatar a retirar al otro candidato en liza, el diplomático Abdulrahman Al Attiyah, ex secretario general del Consejo de Cooperación del Golfo. Una decisión que dejó vía libre al nombramiento de El Arabi.

Un diplomático que respaldó la revolución

"Asumo esta responsabilidad difícil mientras el mundo árabe afronta muchos problemas", declaró Al Arabi tras su nombramiento. El nuevo jefe la Liga Árabe, licenciado y doctorado en las universidades de El Cairo y Nueva York respectivamente, fue representante de Egipto ante la ONU desde 1991 hasta 1999 y juez de la Corte Internacional de Justicia de La Haya entre 2001 y 2006.
Al Arabi, protagonista de la postrevolución egipcia al formar parte del Gobierno de transición, no tomará las riendas de la organización hasta dentro, como mínimo, de ocho semanas, cuando se nombre a su sucesor al frente del ministerio de Exteriores.
Su breve paso de por el nuevo Gabinete le había granjeado una alta tasa de aprobación popular. Durante la revolución, contribuyó a la creación del Comité de Sabios, que hizo públicas las demandas de Tahrir, epicentro del cambio. Al conocerse su candidatura a la Liga Árabe, cientos de manifestantes celebraron en la venerada plaza la noticia al grito de "Viva Egipto, viva Al Arabi".
Su última declaración pública se había producido poco antes del inicio de la reunión de la organización panárabe. En un comunicado, Al Arabi denunció la "represión" israelí de las protestas pacíficas organizadas para conmemorar la Nakba (catástrofe, en árabe), jornada en la que los palestinos en todo el mundo recuerdan su exilio y la pérdida de sus hogares tras la fundación del Estado de Israel, el 14 de mayo de 1948. Y atribuyó a Israel la responsabilidad en el empeoramiento de la situación en los territorios palestinos.

El desafío de la primavera árabe

Desde su fundación en 1945, la secretaría general de la Liga Árabe ha sido ocupada por cinco egipcios y un tunecino. Su flamante séptimo jefe, Nabil Al Arabi, se hace cargo de la institución con la región sacudida por una insólita primavera de libertad.
El diplomático tendrá que afrontar las complejas transiciones de Túnez y Egipto y lidiar con el conflicto libio, que alcanza su cuarto mes sin que la intervención de la OTAN haya logrado avances significativos contra Muamar Gadafi. El pasado 12 de marzo la decisión de la Liga Árabe de respaldar el establecimiento de una zona de exclusión aérea sobre Libia allanó el camino a las operaciones aliadas.
Además, Al Arabi tiene un ingente trabajo por delante con el incierto futuro del resto de revueltas. La represión de los levantamientos populares en Bahréin, con la complicidad de sus países vecinos, Yemen y Siria o las protestas en Marruecos son para del legado irresoluto de Amro Musa. Tras su sorpresiva elección, Al Arabi confesó no llevar un discurso preparado. "El mundo árabe está pasando por muchas crisis. Debemos permanecer juntos y encontrar soluciones", agregó.
Agencia EFE. El mundo

miércoles, 4 de mayo de 2011

Cortesía Diplomática

De todas las disciplinas catalogadas por las Universidades, la que mejor debe conocer un diplomático es el Derecho internacional; de las no catalogadas, la que más a fondo debe dominar es la buena educación.


Ser diplomático “es el arte de exponer la hostilidad con cortesía, la indiferencia con interés y la amistad con prudencia”

La compostura, quintaesencia de la diplomacia, desconcierta por la impasibilidad exterior con que se manifiesta y la habilidad para penetrar en la conciencia de los otros hombres para interpretar las emociones.

La cortesía es una manera de obrar y conversar decente, dulce y serena; es un cierto modo en las acciones y en las palabras para agradar y manifestar a los otros la atención que les tenemos; es un conjunto de discreción, de condescendencia y de circunspección, para dar a cada uno lo que de derecho le pertenece. La cortesía es una modestia y una cultura, que obra con reflexión, y es propiamente la ciencia de la gente honrada.

Conviene tener capacidad y saber discurrir para guardar todo lo que corresponde al estado en que nos hallamos y saber colocar cada cosa en su lugar. La grosería y la incivilidad son frutos silvestres que de ordinario nacen solamente en tierra erial e inculta; nacen de la falta de educación y de discurso.

La civilidad tiene una extensión infinita. La edad, la calidad, el carácter causan obligaciones distintas, y si no se observan todas estas diferencias que constituyen a la urbanidad, pasaremos por inciviles y desatentos.

No basta hablar ajustado, es necesario también saber hablar y callar oportunamente. El respeto y la diferencia con unas obligaciones de que hemos de ser liberales, bien que no pródigos. Muchas veces, la demasiada cortesía es una incivilidad enfadosa. Es menester saber distribuir las honras y las atenciones con juicio y elección.

Y para no faltar a obligación alguna de cortesía, es forzoso estar el hombre sobre sí y procurar con cuidado adquirir la práctica y facilidad de aquella; porque si se descubre en ello algún estudio, ya es afectación. No hay ciencia en la que se haya de bajar más a lo particular, que en esta, en la cual todo es consecuencia hasta las más pequeñas menudencias.

Se ha de saber aplaudir a propósito, deferir con modestia, ceder con prudencia, corresponder a todas la civilidades sin bajeza y aún saber prevenirlas con habilidad. Una lisonja poco ingeniosa y menos fina, es frívola; un mal cumplimiento, desagrada. El aire, el modo de plantarse y de obrar, todo entra en la urbanidad. ¡Qué bellas reglas son estas! Son lo que llamamos cortesía, civilidad, buena crianza; esto es lo que no es lícito a un hombre de forma ignorar.

La incivilidad tiene siempre un semblante que desagrada. El espíritu más brillante, la nobleza más ilustre quedan obscurecidos con los modos inciviles. El mérito rústico y grosero no tiene lustre. Los menores defectos en punto de cortesanía en la gente más distinguida son manchas sobre el rostro más hermoso. La ignorancia de la cortesanía nunca es digna de perdón; y aún cuando es involuntario, es estolidéz y grosería.

Cien bellas prendas no son capaces de excusar una incivilidad. El recto juicio, la razón, el uso condenan irremisiblemente todo lo que no es decente y toda descortesía. Ninguna gracia se hace en este tribunal.

La incivilidad ofende mucho para no ser condenada, desde luego. Sea príncipe sea un hombre sapientísimo, sea poderoso o rico, si le falta educación, si es incivil, seguramente será despreciado, porque todas estas prerrogativas pierden una parte de su mérito con la incivilidad. Las piedras más preciosas solo son estimadas al respecto de lo que están pulidas. La incivilidad es baja y plebeya; la cortesanía es siempre noble. Cualquier grosero, ofende; y no sin razón al hombre incivil lo llamamos grosero.

Todo defecto involuntario es perdonable: la incivilidad sola es la que no participa de esta indulgencia. La mejor intención y rectitud de ánimo no puede excusar una grosería. Y si no nos tienen por maliciosos, como nos podremos guardar de que nos tengan por tontos, por rústicos y majaderos, si con nuestra incivilidad probamos que somos tales.

La repugnancia de la incivilidad se mide por los atractivos que tiene la cortesanía. El hombre incivil es siempre enfadoso a la gente de forma, siempre es molesto, importuno y aborrecible; no hay conversación, por poco que sea lúcida, en que no esté de sobras, si ya no es que se haga el gasto en ella con sus tonterías. Ninguna cosa hay hoy en día tan odiosa como un hombre sin crianza.

Parece que no se juzga hoy del mérito de la gente sino por sus modales. Cuantas personas perdieron su fortuna por incivilidad. Para cosa ninguna de provecho somos considerados en el uso del mundo, si no tenemos créditos de corteses. La virtud misma es mal admitida, si es grosera. No solo en la lengua se requiere la cortesía, sino que aún se necesita más en los modales.

Siempre la cortesía honra más al que la hace que al que la recibe. Es efecto de un ánimo bajo y plebeyo el ser avaro de cortesía, y puntilloso sobre el derecho de desigualdad y de adelantar los primeros pasos. El respeto y diferencia que tenemos o son debidos, y entonces son obligación o no son debidos, y entonces se llaman humanidad, mansedumbre y modestia, las cuales virtudes no son de menor título. Solo la gente abyecta teme ser sobradamente cortés. La urbanidad nunca ha envilecido a nadie. Cuanto más uno es grande, tanto más parece serlo honrando a los que son de estado inferior. Siempre les ha de ser desagradable a un hombre de garbo el dejarse prevenir en punto de civilidad.

Siguiendo siempre este principio, prevenid a los demás y acostumbraos a tener, para todo género de personas, bellos modos, un aire gracioso y siempre civil. Una diferencia por el paso, una salutación que se anticipa, una complacencia que jamás deroga a las propias obligaciones, son señales de una buena crianza. Sobre todo en la juventud es, cuando se han de contraer los hábitos de la civilidad. Después de los primeros años, somos ya menos dóciles y las lecciones de cortesía siempre vienen demasiado tarde.

Es de notar que toda la conversación de los hombres corre, o de inferior a superior, o de igual, o de superior a inferior.

Mas que todo lo que se trata en el mundo, o es entre personas que han tenido larga familiaridad, o entre las que se han tratado poco, o entre las que nunca se han visto.

No es ordinario el faltar al respeto a los superiores; solo los genios groseros y molestos son capaces de esta falta. Pero siempre faltaréis a las obligaciones de la cortesía y a la urbanidad respecto a ellos, si no os acostumbráis a observarla mucho con vuestros iguales. En materia de civilidad nos olvidamos fácilmente sino obramos por hábito. La amistad y la familiaridad nunca han de perder el carácter de la cortesanía. Y es este el medio para no ser jamás incivil.

Entre igual e igual, si nos conocemos mucho, la familiaridad es política; si nos conocemos poco, es descortesía; y si no nos conocemos, es ligereza.

Tener modos algo libres con un superior es rusticidad, o por decirlo mejor, es desvergüenza, que llega a ser insolencia, si no la excusa la sencillez.

La afabilidad con los que son inferiores nuestros, siempre es decente. Los grandes ganan el corazón de sus vasallos con modos dulces y halagüeños, si bien la sobrada llaneza los hace casi siempre menos respetables.

En cualquier estado hemos de guardar con puntualidad todas las reglas de la política y de la cortesía, y tener por honor el observarla con todos. Evitad aquellos aires arrogantes y altivos que de ordinario indican un ánimo bajo.

La arrogancia y los modos altivos son el origen más natural de la incivilidad, y la incivilidad es señal de corazón poco generoso y de espíritu limitado. Es menester que nos hagamos amables, por la mansedumbre, a aquellos a quienes mandamos, afables y corteses, por decirlo así, hasta con nuestros criados.

Hay políticas de edad, de tiempo, de lugar y de personas; lo que se celebrará por gracia en un niño, se notará por incogruencia en un hombre hecho. Reir y zumbrar con los compañeros no es mas que un juego en tiempo de recreación, pero en tiempo de estudio fuera delito. Hay política que observar en los lugares sagrados de que estamos dispensados en otros lugares.

La presencia de una persona de distinción pide una circunspección y unas obligaciones que no se exigen tan regularmente delante de otros. En la mesa, en el juego, en una visita, en un viaje y en otras muchas ocasiones hay reglas de cortesía que guardar, y faltando a ellas, pasamos por descorteses, mal criados e inciviles. Todas estas reglas deben ser observadas con principios y con distinción.

http://www.protocolo.org Idea General de la Cortesía


martes, 3 de mayo de 2011

Países con más de una Capital Nacional

Countries with multiple capitals


Países con más de una capital Nacional:


PaísCapitalesDetalles
Bandera de BenínBenínPorto-NovoCapital oficial
CotonúSede de gobierno de facto
Bandera de BoliviaBoliviaLa PazSede de gobierno; Poder Ejecutivo y Legislativo
SucreCapital constitucional; Sede del Poder Judicial
Bandera de ChileChileSantiagoCapital oficial; sede del Poder Ejecutivo y Judicial
ValparaísoSede del Poder Legislativo
Cote d'Ivoire Costa de MarfilYamusukroCapital oficial
AbiyánSede de gobierno de facto
Bandera de HondurasHondurasTegucigalpaCapital oficial y sede de los poderes supremos del Estado [1] .
ComayagüelaComparte el estatus de capital en conformidad a los artículos 8 y 295 de laConstitución Hondureña [1] .
Bandera de MalasiaMalasia
Kuala LumpurCapital oficial; Sede de la Legislatura
Putrajaya"Centro administrativo " y Sede de la Judicatura Nacional
Bandera de los Países BajosPaíses BajosÁmsterdamCapital oficial ("constitucional")
La Haya"Sede de Gobierno," es decir, Sede Nacional Administrativa, Legislativa, Judicial, y de las instituciones reales
Bandera del PerúPerúLimaCapital oficial [2]
CuscoCapital histórica [2]
Bandera de Sri LankaSri LankaKotteCapital Administrativa
ColomboCapital comercial oficial
Flag of Swaziland.svg SuazilandiaMbabaneCapital Administrativa
LobambaCapital Real y Legislativa
Bandera de SudáfricaSudáfricaPretoriaCapital Administrativa
Ciudad del CaboCapital Legislativa
BloemfonteinCapital Judicial
Flag of Tanzania.svg TanzaniaDodomaCapital oficial
Dar es SalaamSede de gobierno (de facto)
Flag of Western Sahara.svg República Árabe Saharaui Democrática (RASD)El AaiúnCapital declarada
Bir LehlouCapital temporal




Países con más de una capital Nacional en el Pasado:


PaísAñosCapitalesDetalles
Flag of Germany.svg Alemania1990-1999BerlínCapital legislativa
BonnCapital ejecutiva
Bandera de las FilipinasFilipinas1948-1976Ciudad QuezonCapital oficial
ManilaSede de gobierno de facto
Bandera de FranciaFrancia1940-1944ParísCapital de la Francia ocupada (Alemania ocupaba el norte de Francia)
VichyCapital del Estado francés
Bandera de IndiaIndia1912-1947DelhiCapital de invierno
SimlaCapital de verano
Flag of Libya.svg Libia1951-1969TripoliUna de las dos capitales oficiales del Reino de Libia
BenghaziUna de las dos capitales oficiales del Reino de Libia
Flag of Serbia and Montenegro.svg Serbia y Montenegro1992-2006BelgradoCapital administrativa y legislativa
PodgoricaCapital judicial



  1. ↑ Ambas ciudades conforman el Área Metropolitana de Tegucigalpa y Comayagüela
  2. ↑ Según el artículo 49 de la Constitución de PerúLa capital de la República del Perú es la ciudad de Lima. Su capital histórica es la ciudad del Cusco.